¿Es importante que los niños se rían mientras entrenan?, ¿qué importancia tiene el juego en el aprendizaje del fútbol?. Son numerosas las investigaciones que señalan la importancia del humor, la diversión y la risa durante el proceso de enseñanza. Los beneficios que la risa y la diversión tienen en el aprendizaje de cualquier área son varios, entre otros: mejorar la relación entre los participantes, reducir el estrés y la ansiedad, motivar a la participación, estimular la atención, la creatividad y la memoria. Todos ellos beneficios de indudable importancia para el aprendizaje de cualquier deporte colectivo, incluido el fútbol.
QUÉ ENTENDEMOS POR HUMOR
Podemos definir el humor como cualquier estímulo que pueda generar risa: bromas, chistes… pero fundamentalmente, en el ámbito deportivo, el humor está unido a los juegos. Y hablando de humor, tener buen sentido del humor, ¿significa ser optimista?. Pues no, se trata de aspectos diferentes, ya que si bien cabe señalar que algunos estudios relacionan el humor con el optimismo, la mayoría de los estudios no incluyen el optimismo como un aspecto del sentido del humor. Así podemos encontrar personas con un gran sentido del humor pero pesimistas, y personas optimistas con poco sentido del humor.
RELACIÓN ENTRE JUGAR Y APRENDER
Así pues, como decíamos, en el ámbito del fútbol base y relacionado con el humor, los juegos son la actividad por excelencia. Los juegos son las actividades lúdicas que los seres humanos utilizamos para ir ensayando nuestras habilidades, competencias y conocimientos en ambientes seguros, preparándonos para sobrevivir y tener éxito en la vida, es decir son actividades a través de las cuales aprendemos.
Pero, ¿qué relación tienen la risa y el juego?, y ¿por qué es importante divertirse y reirse mientras se juega?. La explicación es que la risa que acompaña al juego es como una recompensa emocional que estimula al niño a seguir jugando… y por lo tanto a seguir aprendiendo. Además, en el caso de los niños pequeños, la risa del adulto es un instrumento que incentiva el aprendizaje actuando como una alarma que advierte de que “algo no está bien”. De esta manera, cuando los niños reconocen una infracción a las reglas sociales que hace reir a los demás la incorporan a su repertorio de actuaciones para recibir la recompensa de la risa.
Esto es verdaderamente importante, ya que en el caso de los seres humanos el proceso de maduración y aprendizaje es muy largo, lo que podría resultar muy pesado y laborioso, por eso el estímulo placentero de la risa motiva a los niños a seguir jugando y por lo tanto a seguir aprendiendo. En el caso del fútbol, el proceso de desarrollo del talento es muy largo, llegando a culminar pero no a completarse en torno a los veinte años. Atendiendo a lo dicho hasta el momento, tanto el humor, la risa, como sobre todo el juego y el diseño de tareas divertidas debería formar parte integral de la metodología de cualquier entrenador, y que su utilización en los procesos de enseñanza-aprendizaje en fútbol base es absolutamente imprescindible, teniendo en cuenta además que el primer objetivo que se debe lograr cuando se trabaja con niños pequeños es lograr la adherencia a la práctica deportiva.
REDUCIR EL ESTRÉS Y AUMENTAR LA MOTIVACIÓN
La primera gran ventaja de introducir la diversión en las sesiones de entrenamiento con niños tiene que ver con el placer que genera la risa, ya que activa el sistema mesolímbico dopaminérgico, un sistema de recompensas que obsequia con placer cuando obtenemos un bien preciado. Y es que la diversión y las risas son una de las maneras más fáciles, rápidas, seguras, económicas y socialmente aceptables de generar una sensación positiva, siendo útil para regular el estado de ánimo propio y ajeno en todo tipo de situaciones, entre ellas las propias del ámbito deportivo.
La práctica del fútbol, a nivel competitivo y de entrenamiento, implica tanto para el entrenador como para el jugador, una gran cantidad de desafíos que a veces terminan en frustraciones, desilusiones, fracasos… lo que unido al aumento de la presión y la expectativas familiares, la competitividad, la incapacidad para progresar al ritmo de los compañeros, el fracaso de la carrera deportiva o el rechazo por parte de entrenadores, clubes o compañeros, explica tanto el abandono deportivo, como la aparición, cada vez más temprana, de enfermedades mentales asociadas al deporte como la ansiedad o la depresión.
El uso adecuado del humor y el juego en las sesiones de entrenamiento para crear un clima positivo y divertido, donde la equivocación no implica señalamiento o rechazo y predominan las emociones positivas favorecerá la adherencia al entrenamiento y contribuirá a mejorar el estado mental y emocional de los jugadores. Pero, más allá de esta visión “terapéutica”, desde un punto de vista pedagógico, la diversión es la herramienta clave que motiva el esfuerzo por aprender y mejorar tanto de entrenadores como de jugadores. Una sesión de entrenamiento en la que lo habitual son las risas y las emociones positivas es, para el jugador, un lugar en el que apetece estar, aprender y prestar atención, y para el entrenador, un lugar en el que apetece trabajar y enseñar.
LAS DIFERENTES CARAS DEL HUMOR
Sin embargo, es necesario hacer aquí un inciso, ya que no todas las formas de humor que generan risas son iguales. Siguiendo a Martin et al. 2008, podemos distinguir diferentes estilos humorísticos, dos positivos y dos negativos. Los estilos humorísticos positivos son dos y se asocian con una mayor habilidad para iniciar relaciones, un mayor intercambio de información personal, más interacciones positivas con las personas cercanas, relaciones más satisfactorias con amigos y pareja, menor soledad y menor ansiedad interpersonal. Estos son:
- El humor afiliativo: Que consiste en hacer reír a los demás a través de bromas.
- El humor auto-afirmante: Que consiste en utilizar el humor como elemento de regulación social.
En el lado opuesto encontramos dos estilos humorísticos negativos, que son:
- El humor agresivo: Que consiste en ridiculizar, satirizar o reírse de los demás, que se asocia con más interacciones negativas con los demás, menor empatía, menor habilidad para gestionar el conflicto y menor satisfacción en las relaciones sociales y de pareja.
- El humor autodestructivo: Que consiste en reírse excesivamente de uno mismo para «caer bien» a los demás y que se relaciona con una menor habilidad asertiva, más interacciones negativas con los demás, mayor soledad, más ansiedad interpersonal y una percepción de menor intimidad y apoyo social.
LA DIVERSIÓN COMO RECURSO EDUCATIVO
Aunque son pocos los estudios empíricos que han evaluado el efecto de la diversión, las risas y el humor en entornos de aprendizaje, los resultados tienden a confirmar que estas tiene efectos muy beneficiosos a nivel educativo. De hecho, el “buen sentido del humor” es una de las características más valoradas en un educador, y por ende, en un entrenador. Además, uno de los aspectos más valorados en las sesiones de entrenamiento es la percepción de diversión, ya que los estudios muestran que cuanto mayor es ésta mayor es la percepción de aprendizaje.
Por el contrario, las sesiones aburridas, o aquellas en las que se utiliza un sentido del humor agresivo que ridiculiza a los practicantes, hace que los niños se inhiban y se vuelvan conformistas, tengan miedo al fracaso, estén menos dispuestos a correr riesgos y por ende disminuya su capacidad creativa, su ingenio y su espontaneidad, aspectos tan importantes en el fútbol y especialmente en las fases iniciales en donde lo importante es estimular al niño a que practique, experimente, no tenga mieda al error y desarrolle la autoestima y resiliencia necesarias para aprender del error y superar los momentos difíciles que se le vayan planteando.
En definitiva, la habilidad para introducir el humor y diseñar sesiones de entrenamiento divertidas es un arte que requiere de criterio, trabajo y mucha experiencia. Obviamente su importancia variará dependiendo de las características psicoevolutivas de la edad de los jugadores, siendo de gran trascendencia en el entrenamiento con niños pequeños y perdiendo parte de su importancia paulatinamente a lo largo de los años, aunque nunca completamente. Sin ningún tipo de duda, aunque no sea el aspecto más importante de la sesión de entrenamiento, se trata de un elemento facilitador del aprendizaje de un valor incuestionable que todo entrenador debe ser capaz de manejar y desarrollar como elemento clave de su competencia profesional.
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