ÍNDICE
EVOLUCIÓN DEL ESTUDIO DEL TALENTO
En este apartado revisaremos cuál ha sido la evolución histórica del estudio de las personas con altas capacidades o talentos . Desde sus orígenes, estrechamente relacionados con los modelos psicométricos de la inteligencia, hasta los modelos actuales que están más basados en las teorías psicológicas del procesamiento de la información y las nuevas teorías sobre las inteligencias múltiples. Comenzaremos revisando los estudios que se han centrado en la superdotación y el talento dentro del ámbito intelectual para, a continuación, revisar las investigaciones que se han realizado sobre sujetos excepcionales dentro del ámbito deportivo. Por último, revisaremos cuáles han sido los principales modelos teóricos explicativos de la superdotación y el talento.
INTELIGENCIA Y SUPERDOTACIÓN
La evolución del estudio de las personas con altas capacidades ha ido de la mano de los estudios sobre la inteligencia. En el año 1869 Sir Francis Galton escribió un libro titulado «Hereditary Genius», sobre las grandes eminencias de su época. Concluyendo que la inteligencia está determinada biológicamente más que por ningún otro aspecto. Esta idea, que dominaría la materia durante años, marcó la dicotomía entre lo genético y lo adquirido. Entre aquellos que consideran que las raíces de la pericia están en la posesión de unas cualidades excepcionales y quienes creen que el aprendizaje y el entorno que rodea a la persona es de capital importancia (Hemery, 1986).
Los estudios de Binet & Simon (1904), de principios del siglo XX, supusieron el inicio del enfoque psicométrico. Se diseñaron los primeros instrumentos para evaluar la capacidad intelectual, que permitían diferenciar a los alumnos normales de los mentalmente débiles, y obtener un valor que era equivalente a la edad mental del sujeto (Fernández-Ballesteros, 1998). Posteriormente, el psicólogo alemán William Stern (1911) ideó el constructo de cociente intelectual, dividiendo la edad mental entre la edad cronológica. Pero fue el psicólogo estadounidense Lewis Terman (1916) quien, basándose en las ideas de Galton y en el nuevo método de puntuación ideado por Stern, diseñaría la Escala de Inteligencia Standford-Binet, que consideraba como superdotados o talentos a aquellas personas que obtenían un puntuación de 135 o superior en esa escala.
Esta visión absolutista de la inteligencia tuvo su continuación en las ideas del psicólogo inglés Charles Spearman (1927), quien desarrolló la Teoría Bifactorial de la inteligencia. Spearman observó fuertes correlaciones entre tareas de distintas pruebas de inteligencia, lo que le llevó a considerar la inteligencia como una capacidad de primer orden a la que llamó factor G. La visión de Spearman generó un gran interés y provocó la proliferación de estudios que bajo este nuevo enfoque trataban de explicar la inteligencia humana. Estábamos en los inicios de los modelos multifactoriales de la inteligencia que, poco a poco, darían paso a nuevos modelos fundamentados en la teoría psicológica del procesamiento de la información y a las nuevas teorías sobre la inteligencia humana.
Thurstone (1938), principal responsable del desarrollo de la técnica de análisis factorial junto a Spearman, propuso el Modelo de Aptitudes Mentales Primarias, que descomponía la inteligencia en varios factores: comprensión verbal, fluencia verbal, facilidad numérica, visualización espacial, memoria asociativa, velocidad perceptiva y razonamiento. Posteriormente, Vernon (1950) plantearía un modelo intermedio que aceptaba tanto la existencia de un factor de inteligencia general, como la existencia de factores de grupo que se organizaban en dos áreas: la capacidad verbal-educacional y la capacidad espacial-mecánica.
Los modelos teóricos factoriales dieron paso a la tendencia neofactorialista. Uno de sus principales representantes fue Guilford (1967), quien desarrolló el Modelo de la Estructura del Intelecto, que descomponía la inteligencia en 120 habilidades agrupadas en tres dimensiones: operaciones, contenidos y productos. Una de las principales aportaciones de este modelo fue incluir algunas aptitudes novedosas como la creatividad, el pensamiento divergente o la inteligencia social.
Posteriormente, Sternberg (1984) elaboró, desde la perspectiva del procesamiento de la información, la Teoría Triárquica de la Inteligencia, que postulaba la existencia de tres niveles en la inteligencia: Un nivel interno, relacionado con los procesos mentales que subyacen al procesamiento de la información; un nivel experiencial, relacionado la capacidad para afrontar nuevas tareas utilizando las experiencias previas; y un nivel aplicado, relacionado con la capacidad para interactuar con el entorno. Esta nueva aproximación supuso el alejamiento de los modelos centrados en las habilidades analíticas y lógico-formales y abrió la investigación de la inteligencia a otras habilidades antes no contempladas, a la experiencia del sujeto y a la capacidad para procesar la información e interactuar con el entorno.
Esta apertura conceptual fué compartida por coetáneos como Howard Gardner (1983), quien desarrolló la Teoría de las Inteligencias Múltiples, que integra las habilidades artísticas y sociales dentro del concepto de inteligencia. Gardner describió la inteligencia como un conjunto de capacidades, talentos y aptitudes mentales cuyo potencial de desarrollo está asociado al componente genético pero también a la interacción con los factores ambientales que rodean a la persona. Su teoría distinguía entre siete tipos diferentes de inteligencia: lingüístico-verbal, lógico-matemática, viso-espacial, corporal-kinestésica, musical, interpersonal, e intrapersonal, a las que posteriormente añadiría la naturista y la espiritual.
De especial relevancia resultó la inteligencia interpersonal, que impulsó el desarrollo y estudio posterior de la inteligencia emocional (Gardner & Moran, 2006). Este concepto fue introducido por Salovery & Mayer (1993) quienes afirman que está compuesto por: la capacidad para regular las emociones, comprenderlas, asimilarlas en forma de pensamientos y percibirlas y expresarlas. Sin embargo, el principal impulsor de la inteligencia emocional fue Daniel Goleman, quien la definió como la capacidad para desarrollar competencias en cuatro dominios: autoconocimiento, autogestión, conciencia social y gestión de las relaciones (Goleman, Boyatzis, & McKee, 2002).
Hasta aquí hemos realizado una breve revisión histórica sobre la evolución del estudio de la inteligencia y las altas capacidades intelectuales, que nos servirá para comprender mejor la evolución del estudio del fenómeno de las altas capacidades dentro del ámbito deportivo.
EL TALENTO EN EL ÁMBITO DEPORTIVO
A partir de los años 30 el nuevo enfoque multifactorial adoptado por los modelos explicativos de la inteligencia dio lugar a la aparición de nuevas investigaciones que trataban de desentrañar los procesos subyacentes al desempeño excepcional, que algunos sujetos demostraban, en ámbitos como la música, el deporte, el automovilismo, etc. Según Ruiz (1998), los científicos del deporte, desde las décadas de los años 20, 30 y 40 intentaron buscar un «factor G de la motricidad humana» que les permitiera predecir quién aprendería mejor y más rápidamente un deporte.
Los trabajos de De Groot (1946) sobre la pericia demostrada por maestros ajedrecistas, que a la postre constituyen la base del posterior estudio de Ericsson (1991) sobre el «enfoque-pericia», se desarrollaron paralelamente a otras investigaciones como las realizadas en Europa del Este sobre el reconocimiento de patrones de juego. Mientras, en occidente despertaba el interés sobre el papel que los procesos cognitivos jugaban en el deporte.
Una de las líneas de investigación más profusas ha sido el estudio del rendimiento experto en el deporte. Sánchez (2001) afirma que si bien la comparación experto-novato había sido el eje fundamental del denominado «enfoque-pericia» han existido otras líneas de investigación como las centradas en las cualidades perceptivo-cognitivas o las centradas en los aspectos emocionales y sociales. En ambos casos, el interés principal se ha centrado en establecer los rasgos diferenciales entre los expertos y los menos competentes y en identificar las similitudes entre los expertos de diferentes modalidades (Starkes, Helsen y Jack, 2001).
En el siguiente apartado revisaremos los diferentes enfoques que se han adoptado para estudiar los motivos subyacentes al rendimiento excepcional en el deporte. Para ello seguiremos la clasificación realizada por Ruíz et al. (2006) en donde resume los hallazgos más importantes:
EL ENFOQUE PERCEPTIVO-COGNITIVO
El enfoque perceptivo-cognitivo es el resultado de la aplicación de las teorías del procesamiento de la información y la resolución de problemas al ámbito deportivo. Para estos investigadores los estudios deben realizarse en condiciones de laboratorio que simulen la realidad, lo que en muchos deportes es prácticamente imposible. De especial relevancia han sido los estudios sobre las estrategias perceptivo-visuales adoptadas por expertos y novatos a la hora de enfrentarse a las mismas situaciones de juego. Donde se observa que los primeros son capaces de detectar, interpretar y predecir sucesos de manera mucho más eficaz (Williams y Ward, 2003).
EL ENFOQUE BASADO EN EL CONOCIMIENTO
Las investigaciones centradas en el conocimiento que poseen los deportistas expertos han estado muy influenciadas por las teorías y los métodos procedentes de la psicología cognitiva. Este es el caso de la línea de investigación denominada de «conocimiento táctico». Los investigadores han tratado de desentrañar cómo el conocimiento atesorado por el deportista sobre su especialidad influía en sus ejecuciones prácticas y como el entrenamiento y la propia práctica competitiva retroalimentaba ese conocimiento, convirtiéndolo poco a poco en un sistema experto. Este enfoque diferencia entre tres tipos de conocimiento: el declarativo, el procedimental y el estratégico.
- EL Conocimiento Declarativo:
Este tipo de conocimiento, cuya característica principal es la capacidad del sujeto para hablar acerca de los hechos y acontecimientos que le rodean, ha generado mucha controversia. Si bien diferentes investigaciones han demostrado que los deportistas expertos poseen una capacidad de verbalización muy superior a los noveles o no practicantes (Sánchez, 2001; Durán, 2003; Jiménez, 2004).
- El Conocimiento Procedimental:
Es un tipo de conocimiento que nace de la relación entre la capacidad perceptiva del deportista y su capacidad para tomar decisiones. De su capacidad para interpretar los estímulos del juego y dar la respuesta adecuada. Esto le permite explicar porque ante una circunstancia concreta es necesario realizar una u otra acción. Para Jiménez (2004) los deportistas expertos son capaces de almacenar en su memoria centenares de escenarios tácticos con sus posibles soluciones.
- El Conocimiento Estratégico:
Es un tipo de conocimiento basado en la habilidad del deportista para reconocer sus propias posibilidades de éxito en las diferentes situaciones de juego, gracias a un mejor conocimiento de sí mismo (Ruiz, Sánchez, Durán, & Jiménez, 2006). Este tipo de conocimiento está formado por una serie de habilidades metacognitivas desarrolladas a partir de la interiorización del conocimiento declarativo y procedimental que el deportista tiene de su especialidad. En esencia, el sujeto desarrolla la capacidad de anticipar las consecuencias futuras de sus posibles acciones y mejora su capacidad para evaluar las posibilidades de éxito de sus posibles acciones, lo que le permite tomar la mejor decisión en cada situación.
EL ENFOQUE EMOCIONAL DE LA PERICIA EN EL DEPORTE
El enfoque emocional, poco abordado en los estudios sobre la pericia, ha sido fundamentalmente desarrollado por la psicología del deporte. Reconocer el componente emocional y la importancia de la motivación en las actividades deportivas ha sido clave para el desarrollo de este enfoque. Orlick (2001) señala que el camino a la excelencia requiere de dedicación, autodisciplina, pasión y amor por lo que se hace, pero por encima de todo requiere de compromiso. La unión entre la motivación y el compromiso son sin duda dos variables importantísimas en la adquisición de metas o de una conducta experta (Locke, Shaw, Saari, & Latham, 1981). Un talento sin compromiso no llegará a desarrollar lo que en potencia podría llegar a ser, pero un talento menor con gran compromiso puede llegar a alcanzar cotas de rendimiento excelentes (Pérez, 1999). Para Gagné & St. Pierre (2002) «los logros pasados demuestran que los candidatos o talentees poseen no solo un gran potencial o talento para enfrentarse a grandes retos, sino también cualidades personales, especialmente perseverancia, que contribuye significativamente al éxito».
EL ENFOQUE DEL RENDIMIENTO EXPERTO Y LA PRÁCTICA DELIBERADA
El denominado enfoque-pericia fue desarrollado por Ericsson (Ericsson, Krampe y Tesch-Römer, 1993; Ericsson, 1996), quien tomando como base los trabajos de De Groot (1946/1978) sobre ajedrecistas expertos, estudió los diferentes niveles de pericia en músicos. Ericsson estableció una serie de características necesarias para que la práctica pueda ser definida como deliberada:
- Debe reclamar esfuerzo y atención, y no tiene porqué ser agradable.
- Se relaciona de manera monótona con el entrenamiento y el tiempo dedicado.
- Es cualquier actividad que contribuya a la mejora del rendimiento.
- Debe ofrecer oportunidades varias de ejecución y corrección.
- Debe existir la guía experta de un entrenador.
Este enfoque ha suscitado multitud de críticas derivadas, por ejemplo, de la adquisición de elevados niveles de pericia por deportistas que no cumplían la regla de los diez años, o la no adquisición de otros que sí la cumplían. Así Sternberg (1996), en una crítica a los defensores de la práctica deliberada, señala que «ésta es solamente una parte de la película». Mientras que, para Hoffman (1998), el tiempo y la maduración no son argumentos válidos para explicar la adquisición del conocimiento experto ya que, si lo fuesen, todo el mundo podría llegar a ser experto. Por su parte, Hodges & Starkes (1996) señalan que la mayoría de los deportistas encuentran agradables sus horas de entrenamiento, lo que coincide con el estudio realizado por Ward, Hodges, Starkes, & Williams (2007) en el ámbito del fútbol. En definitiva, se cuestiona si este enfoque es suficiente para explicar la pericia en el deporte y si no serán otros aspectos como los motivacionales o el compromiso los responsables (Starkes, Helsen & Jack, 2001).
EL ENFOQUE PSICOSOCIAL DE LA PERICIA EN EL DEPORTE
La importancia del contexto familiar y deportivo en la adquisición de la pericia ha recobrado importancia en los últimos años. Las primeras investigaciones que destacaron la importancia del apoyo emocional y económico en la carrera profesional de músicos, deportistas, científicos y artistas fueron las realizadas por Bloom (1985). Pero son muchas las afirmaciones que, desde el ámbito científico, se han realizado en este sentido. Por ejemplo, Pérez (1999) afirma que los sujetos que llegaron a ser expertos fueron apoyados de manera notable por profesores, entrenadores y padres. Mientras que Wall (1986, citado por Bloom, 1985) afirma que «el conocimiento afectivo juega un papel muy relevante en la fase de inicio en la que el individuo muestra una especial facilidad para la tarea».
De manera general, se afirma la importancia de la familia en el desarrollo de la autoestima, la motivación, la competencia y el logro personal (Csikszentmihlyi, Rathunde y Whalen, 1993) opiniones que son refrendadas por investigadores como Côte (1999), Rees y Hardy (2000) o específicamente en el ámbito deportivo Sánchez (2001). También el papel del entrenador en las etapas iniciales de formación del deportista ha sido destacado por Sánchez (2001) y Duran (2003), quienes subrayan la importancia que tiene la creación de un clima favorable para el progreso y la adquisición del compromiso.