Planificación del entrenamiento en fútbol base

ÍNDICE

ORIENTACIONES PARA LA PLANIFICACIÓN DEL ENTRENAMIENTO

Sin lugar a dudas, en líneas generales, todos coincidimos en que, para el futuro de los niños, es mucho más importante aprender a leer, escribir, sumar, restar… que aprender a jugar al fútbol. De cualquier manera, en ambos casos, estamos hablando de procesos de enseñanza-aprendizaje que necesitan una progresión lógica y debidamente organizada.

Sin embargo, mientras que en áreas académicas se realiza un esfuerzo enorme por afinar los currículums educativos, en el caso del fútbol, comprobamos que no existe unanimidad sobre qué y cómo se debe enseñar en cada momento. Por una parte encontramos numerosos autores que hablan sobre la planificación del entrenamiento en niños y sobre el entrenamiento deportivo temprano. Mientras que, por otra, encontramos autores que afirman que el aprendizaje deportivo debe basarse en una práctica deportiva variada o que, durante la infancia, la planificación no tiene sentido.

Por ejemplo, López Bedoya (en Blázquez, 1995) califica el entrenamiento deportivo temprano como “… el proceso por el cual se desarrollan las capacidades motoras y destrezas deportivas básicas en el niño, en correspondencia con su desarrollo psicobiológico y las fases sensibles”. Además, propone como fases del proceso de entrenamiento básico las siguientes:

  • Fase de formación motora general
  • Fase de formación deportiva de base
  • Fase de iniciación deportiva específica
  • Fase de seguimiento y perfeccionamiento deportivo

Otros autores como Ehlenz, Grosser y Zimmermann (1990) afirman que el proceso planificado de entrenamiento general supone “… una coordinación a corto y largo plazo de todas las medidas necesarias para la realización del entrenamiento enfocadas hacia la mejora del rendimiento”, si bien no todos los investigadores están de acuerdo. Por ejemplo, Ramos (1994) sugiere que “… se habla de una planificación real aproximadamente a partir de los 14 años, ya que antes, es un proceso netamente pedagógico de escuelas deportivas”.

Bajo nuestro punto de vista, basándonos en las opiniones de múltiples especialistas, la planificación deportiva infantil debe ser una proyección lógica y sistemática del qué y del cómo, es decir, de los contenidos y métodos de entrenamiento en fútbol base que, respetando las características evolutivas de los niños en todas sus esferas y junto a un proceso de evaluación permanente, nos permita construir un entorno ideal para el logro de un cierto nivel deportivo en la práctica del fútbol.

En esta misma línea se manifiestan autores importantes como García, Navarro y Ruiz Caballero (1996), quienes consideran que la planificación es vital ya que “… los cada vez más elevados niveles de rendimiento que se le exigen a los deportistas obligan a una metódica planificación del trabajo incluso desde edades tempranas”. Además, estos autores se muestran a favor de la propuesta de Platonov (1995) de dividir el proceso de desarrollo del joven deportista en varias etapas:

La propuesta organizativa de Platonov (1995) sobre el proceso de desarrollo deportivo en edad infantil no es la única. Por ejemplo, Hahn (op. cit., 1988) propone una planificación general basada en el desarrollo psicológico y corporal, organizada en tres etapas:

  • De entrenamiento básico: Centrado en el desarrollo de una base variada para los diferentes deportes, con fundamento psicomotriz y desarrollo de la resistencia.
  • De entrenamiento de desarrollo: Con énfasis en la especialización en una disciplina deportiva, desarrollo de condición física específica, del repertorio tecnomotriz y de la táctica básica.
  • De entrenamiento de rendimiento
  • De entrenamiento de alto rendimiento.

Aunque, podríamos extendernos mucho más en este tema, según Ramos y Taborda (2001), en síntesis, podemos decir que existe unanimidad entre académicos y entrenadores sobre la importancia de realizar una planificación, se llame como se llame: pedagógica, deportiva o de entrenamiento. En todos los casos planificar favorecerá al desarrollo integral del joven futbolista. Sin embargo, a pesar de estas afirmaciones, en la práctica, observamos que existe un abismo entre la intencionalidad de las propuestas teóricas y su aplicación práctica en el entrenamiento.

PROPUESTAS DE PLANIFICACIÓN INFANTIL

Tal y como hemos dicho anteriormente, no ha habido ninguna propuesta que haya logrado constituirse como referente a la hora de hablar de la planificación del entrenamiento del fútbol en edades tempranas, si bien algunos llegaron a cobrar mucha relevancia como el método desarrollado por Horst Wein. De manera general podemos agrupar todas dentro de cuatro grandes grupos:

La primera propuesta, aún vigente, es totalmente contraria a la organización de estructuras temporales en el entrenamiento con niños. Esta posición es defendida por quienes consideran que planificar supone exponer a los niños a un contexto excesivamente rígido y exigente, contrario a sus necesidades e intereses. Las razones que dan son las siguientes:

  • Planificar induce el agotamiento prematuro de la capacidad de rendimiento.
  • La aptitud y los intereses de los niños todavía no son reconocibles.
  • La capacidad de adaptación, preparación y recuperación del niño es diferente a la de los adultos.
  • Durante la infancia es más adecuada la ejercitación múltiple que el entrenamiento especializado.
  • No se puede garantizar que el organismo del niño pueda soportar un entrenamiento de rendimiento sin riesgos para su sistema circulatorio y locomotor.

La segunda posición defiende la posibilidad de utilizar de manera flexible las bases de la planificación del entrenamiento sustentadas en los principios Matveev. Los partidarios de esta propuesta equiparan los períodos del entrenamiento, como proceso pedagógico, con las fases de la “forma deportiva”, como proceso biológico, respetando en la planificación los ciclos vacacionales de los niños.

La tercera posición recoge las propuestas de quienes defienden la necesidad de respetar los principios de la periodización del entrenamiento, teniendo en cuenta, además, las fases sensibles del desarrollo psicomotor. En esta línea se encuentran autores como Kukushkin (1982), quien señalaba que en las escuelas de deporte infantil y juvenil de la antigua Unión Soviética, cada grupo de entrenamiento tenía una serie de documentos de control, idénticos a los utilizados en China para planificar y periodizar el entrenamiento de sus nadadores en categorías inferiores:

  • Un plan perspectivo
  • Un plan de enseñanza con un gráfico de las unidades de entrenamiento
  • Un gráfico de horario para los grupos
  • Un plan de trabajo para cada mes
  • Un plan de entrenamiento individual para el mes
  • Un calendario de competiciones
  • Un plan sobre las horas de entrenamiento
  • Un libro diario del grup

La cuarta posición recoge diversas ideas y propuestas dignas de consideración. Por ejemplo, Uribe Pareja (1997), siguiendo a Parlebas, considera vital planificar la consecución de objetivos de carácter sociomotor, perceptivomotor y psicomotor. Mientras que Taborda, Murcia y Ángel (op. cit., 1997/ 1998) afirman que el entrenamiento con niños debe reunir una serie de características:

  • Exigir una periodización diferente para cada fase evolutiva.
  • Regirse por periodos competitivos propios diferentes a los de los adultos.
  • Tener en cuenta el tiempo de ocio y los periodos vacacionales de los niños.
  • Estructurarse en ciclos adecuados a las necesidades y desarrollo del niño.

Dentro de esta cuarta posición destaca especialmente el planteamiento de Sanchez y Taborda (2021), que pretende ser una propuesta coherente adecuada al nivel evolutivo del niño, y que considera que los objetivos generales del entrenamiento en la infancia son:

  • Promover el desarrollo integral del niño.
  • Estimular la práctica de diversos deportes.
  • Promover de manera gradual el acceso del niño a desempeños cada vez más exigentes, de acuerdo a su edad y evolución.
  • Crear las bases necesarias para futuros rendimientos deportivos.
  • Propiciar la constitución de ambientes adecuados para el desarrollo psicomotor, socioafectivo, cognoscitivo y físico del niño.
  • Constituir una comunidad deportiva entre padres, entrenadores y el resto de miembros que apoye permanentemente el desarrollo deportivo de los niños.

LA TEORÍA DE LAS 10000 HORAS

Una de las teorías que más se ha popularizado a la hora de explicar el desarrollo del talento en el fútbol es la teoría de las 10000 horas o los diez años, popularizada por el psicólogo Anders Ericsson y posteriormente difundida ampliamente por Malcom Gladwell en su libro Outliers.

La idea fundamental sobre la que se basa esta teoría es que para alcanzar un elevado nivel de maestría o rendimiento en un campo determinado, incluido el talento en el deporte, se requiere de, al menos, 10000 horas de práctica deliberada. Lo que podría traducirse en aproximadamente 10 años de dedicación constante.

Los puntos clave de esta teoría son fundamentalmente cuatro:

  • Que la práctica debe ser deliberada, es decir, no se trata de practicar por practicar, sino que debe ser una práctica enfocada, constante y retroalimentada.
  • Se debe trabajar para mejorar las debilidades y perfeccionar las habilidades de manera consciente.
  • Que no todo depende del talento innato, sino que, aunque este puede influir, la verdadera maestría depende más de la cantidad y de la calidad de la práctica.
  • Que alcanzar un elevado nivel de competencia requiere un esfuerzo continuado a lo largo de los años, tomando como promedio la cantidad simbólica de 10000 horas o 3 horas diarias durante 10 años.
  • Que, además de la práctica deliberada, existen otros factores que condicionan el logro de la excelencia, como son el entorno, las oportunidades, el acceso a vuestros entrenadores, así como otros aspectos de carácter más individual.

Sin embargo, bajo nuestro punto de vista, esta es una visión muy sesgada de lo que es el proceso de desarrollo del talento. Un proceso que implica comprender conceptos como potencial, desarrollo, crecimiento, entrenabilidad o maduración. Así como el hecho de que el talento no es un concepto inamovible que haga referencia a un único lugar y momento en la vida de un futbolista, sino que es un concepto que evoluciona y se relaciona con el entorno de referencia. Así encontramos talentos locales, talentos regionales, talentos nacionales y talentos internacionales.

Algunos conceptos que debemos comprender son:

  • Crecimiento: Proceso por el que se produce un aumento del número o tamaño de las células de un tejido u órgano. En el ser humano, el ejemplo más evidente es el aumento de la talla y el peso.
  • Desarrollo: Proceso de diferenciación progresiva y de perfeccionamiento de las funciones de los tejidos y de los órganos. Tanto el crecimiento como el desarrollo pasan por diversas etapas y están sujetos a ritmos individuales marcados genéticamente.
  • Maduración: Grado de desarrollo alcanzado en un determinado momento vital. Se identifica con la edad biológica. Es un concepto esencial en el entrenamiento con niños y jóvenes que enlaza con el de fases sensibles.
  • Entrenabilidad: Potencial de una capacidad física o cualidad motriz para su desarrollo por medio de un entrenamiento adaptado a las características psicobiológicas del deportista.
  • Fases sensibles: Momentos madurativos especialmente favorables para el desarrollo o adquisición de una determinada habilidad o capacidad.

EL PERVERSO EFECTO DE LA EDAD

La teoría de las “Fases sensibles de los componentes del rendimiento infantil”, propuesta por Winter (1980) y Martin (1981), fue ampliada posteriormente con el concepto de “periodo crítico”. Un momento concreto dentro de una fase sensible, en el que si no se experimentan una serie de estímulos se produce una pérdida irremplazable del potencial rendimiento futuro. Es lo que se denomina “Ley del tren perdido”, es decir, un tiempo no aprovechado en el periodo crítico de una habilidad motora, que impedirá al futbolista alcanzar su máximo nivel de desarrollo.

Las fases sensibles son un concepto individual ligado al nivel de desarrollo biológico del individuo, y no a su fecha de nacimiento. Así, autores como Molnar (1995) sugieren que, a la hora de organizar a los niños en grupos de entrenamiento, deberíamos atender a su nivel de desarrollo madurativo, es decir, a su edad biológica, y no a su edad cronológica. El motivo es de sobra conocido: Entre deportistas con la misma edad existe una gran variabilidad biológica, lo que supone enormes diferencias físicas y psicomotoras, que conllevan enormes diferencias en la capacidad del niño para rendir a nivel deportivo.

Este hecho es aprovechado por aquellos entrenadores que dan más valor al resultado que a la formación del futbolista, prestando más atención y dando más minutos de juego a los niños que pueden dar un mayor rendimiento inmediato, condenando así el futuro de los que biológicamente todavía no se han desarrollado, aun cuando estos pudieran ser más talentosos. Este hecho es lo que ha venido conociéndose como el “Perverso efecto de la edad” en el proceso de selección de jugadores.

Los primeros estudios sobre el «efecto de la edad relativa», o «perverso efecto de la edad», como lo denomina Lorenzo (2005), corresponden a las investigaciones de Barnsley, Thompson, & Barnsley (1985), quienes descubrieron en las ligas de hockey canadienses que el 40% de los jugadores profesionales habían nacido en el primer trimestre del año. Esta tendencia se confirma en fútbol con estudios como los de Barnsley, Thompson & Legault (1992) en los Mundiales de fútbol sub 20 de 1992, y sub 17 de 1990; los de Dudink (1994) sobre la edad de futbolistas profesionales de la Premier League; Musch & Hay (1999), realizados en las ligas profesionales de fútbol de Alemania, Japón, Brasil y Austria; Vaeyens, Philippaerts, & Malina (2005) con futbolistas amateur en Bélgica; o Musch, & Grondin (2001), quienes revisaron 57 estudios sobre 11 deportes diferentes obteniendo resultados similares.

La importancia del “perverso efecto de la edad” en el proceso de selección de talentos, y su influencia en el desarrollo del joven futbolista ha sido señalado por numerosos autores quienes, además, afirman que es necesario realizar planteamientos alternativos, más justos y coherentes que otorguen las mismas oportunidades de futuro a todos los niños (Blázquez, 1995; Cárdenas, 2003; Damas & Julián, 2002; Lesma, Pérez-González, & Salinero, 2011). Un ejemplo son las medidas adoptadas por la Federación Belga de Fútbol dentro del denominado “Plan Sablon”. Manuel Los Arcos Zaratiegui, exdirector de la escuela de fútbol Tajonar, del «C.A. Osasuna de Pamplona» (citado en García Álvarez y Salvadores, 2005) lo ejemplificaba así: «los niños de enero arrollan, los de julio compiten, y los de diciembre… sobreviven».

Por lo tanto, cuando se participa en un proceso de selección de jugadores, un desarrollo madurativo temprano será una gran ventaja, ya que la diferencia en el rendimiento deportivo reside fundamentalmente ahí, en el desarrollo físico (García Álvarez & Salvadores, 2005). Esto explica que nacer en los primeros meses del año sea una ventaja en este tipo de procesos (Helsen, Van Winckel, & Williams, 2005). Ahora bien, esto es un arma de doble filo, ya que si esta ventaja física no va acompañada de una desarrollo técnico, cuando las fuerzas se igualen, el jugador experimentará una bajada drástica de su nivel de rendimiento.

Además, Lesma et. al., (2011) afirman que las ventajas de una maduración biológica precoz no residen sólo en la selección y agrupamiento de los jugadores, sino también en que, al ser físicamente más fuertes y ser capaces de rendir más, muchos entrenadores dan más tiempo de juego a estos niños para ganar los partidos. A la larga, estos niños acumulan muchas más horas de formación competitiva que otros, lo que favorece su desarrollo y les da más posibilidades de éxito.

FASES SENSIBLES COMO CRITERIO DE PLANIFICACIÓN

Tener en cuenta la edad y el nivel de desarrollo madurativo es fundamental, no sólo a la hora de seleccionar y agrupar a los jugadores, sino también a la hora de planificar los contenidos de entrenamiento. En este sentido, Pancorbo (1996) afirma que hay que evitar elegir sujetos físicamente precoces con una vida deportiva limitada. Además, sugiere que para favorecer el desarrollo de todo el potencial del niño, es imprescindible ajustar el entrenamiento a sus características biológicas.

Para ello es necesario evaluar el nivel madurativo del niño. El procedimiento más habitual y preciso es la valoración de la maduración ósea, que permitirá clasificar a los sujetos en maduración tardía, media y precoz. Para analizar la relación existente entre estos dos parámetros (edad biológica y fases sensibles) debemos manejar otro concepto, el PHV o “Peak Height Velocity”, es decir, la velocidad máxima de crecimiento en altura. El análisis de la relación entre estos dos conceptos nos permite determinar el momento ideal para trabajar algunos de los elementos condicionales y coordinativos más importantes:

  • La fase sensible para el desarrollo de las habilidades fundamentales se sitúa, tanto en chicos, como en chicas, entre los 6 y los 8 años.
  • La fase sensible para el desarrollo de las habilidades básicas se sitúa, en las chicas entre los 8 y los 11 años, y en los chicos entre los 9 y los 12 aproximadamente.
  • La fase sensible para el desarrollo de las habilidades específicas va en las chicas desde los 11 hasta casi los 15 años, mientras que en los chicos va desde los 12 hasta pasados los 16 años.
  • La fase sensible para el desarrollo de la velocidad-agilidad va, aproximadamente, desde los 5 hasta casi los 9 años en las chicas, y desde los 6 hasta los 10 aproximadamente en los chicos.
  • La fase sensible para el desarrollo de la velocidad va, en las chicas desde los 12 hasta los 16 años aproximadamente, y en los chicos desde los 13 hasta casi los 17.
  • La fase sensible para el desarrollo de la fuerza va, en las chicas desde los 12 hasta casi los 16 años, y en los chicos desde los 13 hasta casi los 18 años.
  • La fase sensible de la resistencia aeróbica va, en las chicas, desde los 13 hasta los 16, y en los chicos desde los 15 hasta los 18.

Como podemos ver, en líneas generales, desde los 6 hasta los 12 años las sesiones de entrenamiento deben estar construidas en base a contenidos coordinativos, mientras que a partir de los 12 o 13 años los contenidos serán fundamentalmente condicionales.

  • CHICAS: 6 / 8 años
  • CHICOS: 6 / 8 años
  • CHICAS: 8 / 11 años
  • CHICOS: 9 / 12 años
  • CHICAS: 11 / 15 años
  • CHICOS: 12 / 16 años
  • CHICAS: 12 / 16 años
  • CHICOS: 13 / 18 años
  • CHICAS: Inicio 12/13 – Desarrollo 16/18
  • CHICOS: Inicio 14/15 – Desarrollo 18/20
  • CHICAS: Inicio 10/11 – Desarrollo 14/19
  • CHICOS: Inicio 12/13 – Desarrollo 16/19
  • CHICAS: Inicio 12/13 – Desarrollo 16/18
  • CHICOS: Inicio 14/15 – Desarrollo 18/20
  • CHICAS: Inicio 8/11 – Desarrollo 16/18
  • CHICOS: Inicio 8/11 – Desarrollo 16/18
  • CHICAS: Inicio 12/13 – Desarrollo 16/18
  • CHICOS: Inicio 14/15 – Desarrollo 18/20
  • CHICAS: 12 / 16 años
  • CHICOS: 13 / 17 años
  • CHICAS: Inicio 8/11 – Desarrollo 16 / 18
  • CHICOS: Inicio 8/11 – Desarrollo 16 / 18
  • CHICAS: 5 / 9 años
  • CHICOS: 6 / 10 años
  • CHICAS: Inicio 10/11 – Desarrollo 14/18
  • CHICOS: Inicio 12/13 – Desarrollo 16/18
  • CHICAS: Inicio 10/11 – Desarrollo 14/18
  • CHICOS: Inicio 12/13 – Desarrollo 16/18
  • CHICAS: Inicio 5/11 – Desarrollo 12/14
  • CHICOS: Inicio 5/11 – Desarrollo 12/14

PLANIFICACIÓN A LARGO PLAZO

Singer (1986) afirmaba que el éxito deportivo en la edad adulta no depende tanto de la precocidad del entrenamiento como del aprovechamiento de los periodos críticos dentro de las fases sensibles. Es por ello que, para optimizar el tiempo necesario para adquirir habilidades motrices o desarrollar capacidades físicas, habrá que tener en cuenta los periodos sensibles a la hora de planificar el entrenamiento a largo plazo. Basándose en este planteamiento, Balyi y Hamilton (2004) proponen un modelo que para los deportes de equipo, entre los que se encuentra el fútbol, se estructura en 6 fases:

  • Fase 1: Fundamentos
  • Fase 2: Aprender a entrenar
  • Fase 3: Entrenamiento para entrenar
  • Fase 4: Entrenamiento para competir
  • Fase 5: Entrenamiento para ganar
  • Fase 6: Mantenimiento

 

FASE 1. FUNDAMENTOS: En las niñas esta fase va de los 6 a los 8 años y en los niños de los 6 a los 9. Tiene como objetivo desarrollar las habilidades motrices fundamentales que doten al futbolista de una capacidad motriz genérica que constituya la base de su futura formación deportiva. Es un periodo sensible para el desarrollo de la velocidad de desplazamiento multidireccional, que está estrechamente relacionada con la agilidad. A nivel metodológico debe prevalecer un enfoque lúdico, motivante y rico en estímulos y experiencias, que ayude a fomentar la adherencia al entrenamiento. En esta fase el énfasis debe estar en el desarrollo de habilidades motrices fundamentales, como la locomoción, la manipulación y la estabilidad; y en el desarrollo de la agilidad, el equilibrio, la coordinación y la velocidad. Además, el tiempo total de práctica debería distribuirse en un 90% entrenamiento y sólo un 10% competición.

  • MUJER: 6 – 8 años
  • HOMBRE: 6 – 9 años
  • Edad cronológica
  • ENTRENADOR: Motivar y reforzar
  • FUTBOLISTA: Experimentar y disfrutar
  • HABILIDADES BÁSICAS: Locomoción, manipulación, estabilidad.
  • CAPACIDADES COORDINATIVAS: Agilidad, equilibrio, coordinación, velocidad.
  • PERIODIZACIÓN: No hay
  • TEMPORALIZACIÓN: Calendario escolar
  • ENTRENAMIENTO: Predeportivo y coeducativo
  • TIEMPO: 90% entrenamiento – 10% competición

FASE 2. APRENDER A ENTRENAR: En las niñas esta fase va de los 8 a los 11 años, mientras que en los niños va de los 9 a los 12. Tiene como objetivo el aprendizaje de las habilidades motrices básicas comunes a todos los deportes. En este periodo el énfasis debe estar fundamentalmente en el desarrollo de los desplazamientos, los saltos, los giros, los lanzamientos y las recepciones; así como en el desarrollo de capacidades coordinativas, especialmente la agilidad, el equilibrio, la coordinación y la velocidad, tal y como sucedía en el periodo anterior. Además, el tiempo total de práctica debe distribuirse en un 70% entrenamiento y un 30% competición.

  • MUJER: 8 – 11 años
  • HOMBRE: 9 – 12 años
  • Edad biológica
  • ENTRENADOR: Enseñar
  • FUTBOLISTA: Aprender
  • HABILIDADES BÁSICAS: Desplazamientos, saltos, giros, lanzamientos, recepciones.
  • CAPACIDADES COORDINATIVAS: Agilidad, equilibrio, coordinación, velocidad.
  • PERIODIZACIÓN: Simple
  • ENTRENAMIENTO: Coeducativo aún es posible
  • TIEMPO: 70% entrenamiento – 30% competición

FASE 3. ENTRENAMIENTO PARA ENTRENAR: En las niñas esta fase va de los 11 a los 15 años, y en los niños de los 12 a los 16. Esta fase tiene como objetivo fundamental el aprendizaje y consolidación de las habilidades deportivas específicas del fútbol. El énfasis debe estar en el desarrollo de las habilidades técnicas y tácticas, así como en el desarrollo de la resistencia, la fuerza, la flexibilidad y la velocidad. Se trata de un período esencial para garantizar un rendimiento óptimo a largo plazo, ya que un volumen de entrenamiento insuficiente en esta fase puede derivar en un estancamiento del rendimiento en la fase posterior.

  • MUJER: 11 – 15 años
  • HOMBRE: 12 – 16 años
  • Edad biológica
  • ENTRENADOR: Entrenar
  • FUTBOLISTA: Entrenar
  • HABILIDADES ESPECÍFICAS: Técnicas y tácticas.
  • CAPACIDADES CONDICIONALES: Fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad.
  • PERIODIZACIÓN: Doble o triple en algunos deportes
  • ENTRENAMIENTO: Organizado en torno al pico máximo de velocidad de crecimiento
  • TIEMPO: 60% entrenamiento – 40% competición

FASE 4. ENTRENAMIENTO PARA COMPETIR: En las niñas esta fase va de los 15 a los 17 años, y en los niños de los 16 a los 18. El objetivo fundamental en este periodo es desarrollar el potencial individual específico del deportista. Se considera la etapa óptima para iniciar la especialización deportiva, siempre y cuando se hayan adquirido previamente las habilidades propias de las fases 2 y 3. Además, este periodo se complementa con el inicio del entrenamiento individualizado en aquellos aspectos que requieran de un tratamiento especializado. Dentro de este periodo encontramos la segunda fase sensible para el desarrollo de la fuerza en los chicos, que requerirá, ahora sí, de un entrenamiento sistematizado.

  • MUJER: 15 – 17 años
  • HOMBRE: 16 – 18 años
  • Edad biológica
  • ENTRENADOR: Especializar e individualizar
  • FUTBOLISTA: Competir
  • HABILIDADES ESPECÍFICAS: Técnicas, tácticas y psicológicas.
  • CAPACIDADES CONDICIONALES: Fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad.
  • PERIODIZACIÓN: Múltiple
  • ENTRENAMIENTO: Organizado en torno al deportista
  • TIEMPO: 50% entrenamiento – 50% competición

FASE 5. ENTRENAMIENTO PARA GANAR: Tiene como objetivo afianzar el talento deportivo para lograr el máximo rendimiento en competición. En esta fase alcanzamos el máximo nivel de especialización a través de entrenamientos individualizados y suplementación deportiva. Además, la competición se concibe como un elemento fundamental de la preparación deportiva que ocupa el 75% del tiempo total de práctica por sólo un 25% del entrenamiento.

  • MUJER: + 17 años
  • HOMBRE: + 18 años
  • Edad cronológica
  • ENTRENADOR: Maximizar el rendimiento
  • FUTBOLISTA: Ganar
  • Especialización técnica, táctica, física y psicológica
  • Intensificación del entrenamiento.
  • Suplementación
  • PERIODIZACIÓN: Múltiple
  • ENTRENAMIENTO: Máxima individualización
  • TIEMPO: 25% entrenamiento – 75% competición

FASE 6. MANTENIMIENTO: Tiene como objetivo mantener el máximo nivel competitivo durante el mayor tiempo posible. Además, trata de mantener dentro del sistema deportivo a ex-deportistas de élite desempeñando diferentes funciones